Un monje vivía en una pequeña casa de piedra en las montañas,
lejos, muy lejos estaba el mar visible y hermoso desde las alturas
pero no desde la cabaña misma del monje, ni desde el camino de acceso a ella.
Sin embargo, frente a la casa había un patio rodeado por un grueso muro de piedra;
cuando uno llegaba, pasaba por un pórtico y atravesaba diagonalmente el patio
hasta la puerta de entrada de la casa.
En el extremo más alejado del patio había una hendidura en el muro, estrecha y diagonal.
El que atravesaba el patio pasaba por un punto en el que su posición quedaba en línea
con la hendidura por un instante y desde allí se veía el mar,
luego dejaba de verlo enseguida y se encontraba con la casa.
¿Qué ocurre en ese patio?
La visión del mar lejano era tan limitada que permanece viva para siempre,,,
¿Quién después de disfrutarla puede olvidarla nunca?
Su poder no se desvanecerá,
incluso permanecerá viva hoy para ese hombre que habita allí
y que la ha contemplado día tras día durante más de cincuenta años,,,
La cualidad sin nombre
El modo intemporal
Christopher Alexander